Pocas cosas pueden resultar tan aburridas e inútiles como ver a 130 congresistas en una interpelación. El Congreso no está hecho para divertirnos, pero por lo menos debe servir de algo.
La interpelación es una figura que pierde sentido cuando lo único que busca es tirarse abajo a un ministro o ministra a como dé lugar. Bastaba ver la firma de algunos congresistas en el pliego interpelatorio contra la ministra de Educación, Patricia Salas, para darse cuenta de la clase de preguntas y del nivel de las intervenciones que vendrían.
Así fue que empezó un show que solo se da en un Congreso de quinta, plagado en su mayoría de “representantes” que solo pueden aspirar a una política de barrio, que no mira más allá de su nariz electoral. Imposible no sentirse avergonzado luego de intervenciones como las de Kenji Fujimori y Velásquez “rapidito” Quesquén, quien por lo visto tiene la capacidad de leer en un minuto toda una ley y sentirse con todas las facultades para salir a criticarla, como sucedió la semana pasada.
Algunos congresistas han planteado dudas razonables, como las que tendría cualquier ciudadano, pero lamentablemente la mayor parte de las intervenciones tuvieron una actitud no solo crítica sino agresiva y, en algunos casos, hasta machista. No había un diálogo entre ellos sino una suma de mentiras y comentarios repetitivos que buscaban, más que nada, dejar ante el televidente la imagen de una ministra ineficaz. Pura estrategia rancia de Goebbles.
Nunca he visto a tanto político junto hablando sobre educación. Usualmente nunca hablan del tema y cuando lo hacen es junto con una promesa en un
spot electorero. Una pena que esas sean las únicas circunstancias en las que se preocupan por un asunto tan clave. Paradójicamente, ayer todos los congresistas se rasgaban las vestiduras por los maestros, sobre quienes nunca han tenido una pizca de preocupación. Todo el tiempo se anda preguntando en manos de quién dejamos la educación para referirse a los malos maestros. De la misma manera me preocupa que la educación esté en manos de estos políticos.
Hace dos días escuché que se piensa interpelar a los ministros de Economía y Vivienda por cerrar el Banco de Materiales, que siempre fue una olla de grillos, lo que corrobora que el Congreso se está dedicando, a través de las interpelaciones, a promover la política de la chaveta, que poco o nada sirve al ciudadano de a pie, a los maestros, a los niños o a la educación.
